El cáncer de piel es una de las formas más comunes de cáncer, pero también es uno de los más prevenibles y tratables si se detecta a tiempo. Esta enfermedad ocurre cuando las células de la piel comienzan a crecer de manera descontrolada, generalmente como resultado de la exposición prolongada a los rayos ultravioleta (UV) del sol o de fuentes artificiales, como las camas de bronceado. La piel es el órgano más grande del cuerpo, y por ser la primera barrera de protección contra el medio ambiente, está constantemente expuesta a factores que pueden dañarla, incluyendo la radiación UV.
Especialista en cáncer de piel en Cantabria
Existen varios tipos de cáncer de piel, siendo los más comunes el carcinoma de células basales (CCB), el carcinoma de células escamosas (CCE) y el melanoma. El carcinoma de células basales es el más frecuente y generalmente menos agresivo. Aparece como bultos perlados o úlceras que no cicatrizan en áreas expuestas al sol, como la cara o las manos. Aunque rara vez se disemina a otras partes del cuerpo, puede causar daño local si no se trata. Por otro lado, el carcinoma de células escamosas, aunque menos común, tiene un riesgo mayor de propagarse. Se caracteriza por lesiones rojizas y escamosas en la piel. El melanoma, sin embargo, es el más peligroso, ya que tiene un alto potencial de diseminarse a otras partes del cuerpo. Se inicia generalmente en un lunar que cambia de forma, tamaño o color y, si no se detecta a tiempo, puede ser mortal.
Los factores de riesgo para desarrollar cáncer de piel incluyen la exposición excesiva al sol, especialmente sin protección, el uso de camas de bronceado, tener piel clara o antecedentes familiares de cáncer de piel. Las personas con sistemas inmunitarios debilitados también están en un mayor riesgo. La protección solar es clave para prevenir esta enfermedad, y eso incluye usar protector solar de amplio espectro, evitar la exposición directa al sol en las horas de mayor intensidad, y usar ropa protectora como sombreros y gafas de sol. Además, es fundamental realizar autoexploraciones regulares de la piel para detectar cualquier cambio sospechoso en los lunares o nuevas manchas en la piel.
El diagnóstico temprano del cáncer de piel es crucial, y se realiza generalmente mediante un examen dermatológico. En algunos casos, si se sospecha de cáncer, el médico realizará una biopsia para analizar las células sospechosas. Dependiendo del tipo y la etapa del cáncer, el tratamiento puede incluir cirugía, crioterapia (destrucción de las células cancerosas mediante frío extremo), radioterapia o incluso inmunoterapia y terapias dirigidas en casos más avanzados, como el melanoma metastásico. Es importante recordar que, aunque el cáncer de piel es una enfermedad seria, su pronóstico es excelente cuando se detecta a tiempo, por lo que la prevención y el monitoreo regular son esenciales para mantener la salud de la piel.